Te lo desmonto con tres argumentos:
1.Nuando nos dicen “guapas” por la calle, no quieren ligar con nosotras, sino marcar territorio.
2.Nosotras no lo hacemos y también vemos a personas atractivas por la calle, pero no las increpamos con comentarios innecesarios.
3.Estas actitudes se potencian cuando los hombres van en grupo porque buscan su validación siendo machotes.
A todas nos han dicho cosas por la calle, seamos como seamos, tanto si cumplimos el canon de belleza como si no. Hemos normalizado escuchar un “guapa” cuando pasamos por delante de un grupo de hombres, recibir miradas cual escáner como si fuésemos objetos decorativos que requieren ser observados, que nos piten con el coche cuando vamos caminando por la calle tan tranquilas, que nos silben, que nos bloqueen el paso, que nos griten desde una obra…
¿Cuándo fue la primera vez que recibiste comentarios sobre tu físico por la calle de boda de un desconocido? Esto siempre me ha llamado la atención y siento que no solo es mi caso personal, yo recibía muchísimos más con dieciséis años que ahora con treinta. Cuanto más jóvenes somos, más comentarios recibimos porque se nos ve más vulnerables. Es preocupante, y más si tenemos en cuenta la edad de los señores que nos lo dice o nos hacen sentir inseguras en el espacio público.
Pero ¿qué hay detrás de esto? ¿De verdad quieren ligar con nosotras? ¿O lo que buscan es marcar territorio y hacernos entender que la calle es suya? Detrás de un “guapa”, “qué buena estás” o “uf, lo que te hacía” no hay una intención de flirteo. No quieren hablar con nosotras, ni tontear ni tan siquiera abrir un camino para que ocurra algo amoroso o sexual. El objetivo no es ese.
La intención de estos comentarios es demostrar que el espacio público les pertenece. Que te sientas con total libertad de decir lo que piensas del físico de alguien sin tener en cuenta a esa persona claramente representa una falta de respeto. De ahí que hablemos de acoso callejero, pues la intención no es ligar, es demostrar la jerarquía de poder.: ellos pueden comentar lo que les plazca de nosotras porque la calle es suya.
Otro elemento a tener en cuenta es el factor de grupo. Estas actitudes se potencian muchísimo cuando los hombres van juntos. Otra demostración más de que no son piropos, sino una cuestión de poder. Cuando estamos en grupo tendemos a reproducir mucho más las dinámicas del sistema. Hacemos cosas que de otra forma quizá no haríamos y nos “crecemos” porque tenemos a un grupo que nos apoya y soporta.
En el caso de los hombres, en muchas ocasiones se potencian actitudes machistas como increpar a las mujeres por la calle. Por eso cuando vamos solas y vemos a lo lejos a un grupo de hombres se nos activa una alerta. Inconscientemente detectamos un peligro. Quizá ahora no os pasa, pero pensad cuando teníais dieciocho años. En estos rituales sociales de hombres operan dos elementos: la validación del grupo y la demostración de ser un machote. Es posible que la intención de decir un “uf, estás buenísima” no sea generar algo en ti, sino en el grupo. El objetivo real de ese comentario no somos nosotras, es que los amigotes le rían la hazaña”. Pero sí somos las que nos llevamos el mal rato.
Volviendo al tema, claro que nosotras también vemos a personas atractivas por la calle, pero no lo verbalizamos, no increpamos a la gente en el espacio público. Lo podemos pensar porque tenemos ojos y apreciamos la belleza igual que ellos, pero nunca se nos pasaría por la cabeza hacer un comentario en alto para que la otra persona lo escuche. Sabemos que esto es incómodo, que recibir una apreciación de nuestro físico por parte de una persona completamente desconocida es del todo innecesario.
¿Cómo nos afecta a nosotras? A muchas nos resulta incómodo, invasivo o incluso amenazante, en especial cuando los comentarios son sexualmente explícitos o vienen acompañados de una actitud intimidante. Y esto nos lleva a desarrollar miedo por la calle o a una sensación de vulnerabilidad. Sentir que somos observadas todo el rato es agotador.
Por último, ¿Cómo reaccionamos ante estas actitudes de acoso callejero? Cuando era adolescente, agachaba la cabeza y seguía para adelante, somo si no acabara de pasar y fingía normalidad, pero en el fondo sentía asco y rabia. Luego pasé a lanzar miradas de rechazo o responde de forma confrontativa. Es curioso ver que, si respondes, lo siguiente es que te insulten. Primero te llaman “guapa”, tú les confrontas y te responden llamándote “fea”. Patético.
Cada mujer es libre de decidir cómo reaccionar, el peso no ha de estar en nosotras porque los que acosan son ellos. Hemos de escoger nuestras batallas: si ves una situación donde crees que corres peligro, piensa que tú siempre eres la prioridad.
NUESTRA RESPUESTA: TÚ NO ME QUIERES PIROPEAR, SINO INCOMODAR.
(Júlia Salander. Fuego al machismo moderno. Penguin Random House Grupo Editorial. Barcelona 2025)